Supe de la vida y los placeres,
en un ámbito digno y moderado,
y régimen paciente, amparado,
por nuestros derechos y deberes.
Fui feliz, en todos mis aferes,
y tanto disfruté, en ese estado,
que olvidé mi estrés acumulado,
al lucir, mis delicados enseres.
Me moví en un mundo extraordinario,
capaz de de volcarse en gentilezas,
sublime, en régimen diario.
Embrujo de poder y grandezas,
en terreno movidizo y precario,
efímero, en poder y riquezas.
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