domingo, 10 de diciembre de 2017

Cuento.

Una bruja había una vez,
que se llamaba Calixta,
tan negra como la pez,
que se pasaba de lista.
También una princesita
de extraordinaria belleza,
buena conciencia, erudita
y una gran delicadeza.
Hija de un rey poderoso,
por su pueblo muy amado,
de carácter bondadoso,
pero ricamente armado.
Esa bruja tan malvada,
halló un preciso momento
para dejarla embrujada,
sin contemplar su lamento.
La convirtió en ranita
y al estanque la lanzó,
con su verborrea maldita
y con rabia la hundió.
Por su maléfico rito,
la podría desencantar
tan solo un principito
que la supiera besar.
Y así fue, tuvo la suerte
de sentirse socorrida
y librarse de la muerte,
al desperar a la vida.

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