Me acostumbré a vivir
con mi temple, mi coraje
me bastó para sentir
este complejo bagaje.
Que el tiempo me ayudó,
multiplicando mis años,
quizá mucho me< costó
fueron tantos los redaños...
Ahora no puedo quejarme
de nada, ni un poquito,
me impresionó explayarme
a mi modo, ni un muchito.
La longevidad me ayuda,
no me resta condiciones
y sin la menor ayuda,
me sobran las atenciones.
Puedo entonar la victoria,
tiempo ha, que debí hacerlo,
sin mi notable memoria,
¿cómo puedo mantenerlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario