Dulce amanecer.

Otro dulce amanecer,
que a mi vida voy sumando,
hermoso, a mi parecer,
que me empuja a ir andando,
hacia un camino, sembrado
de innumerables olores,
en un espacio pausado,
que multiplica sabores,
llenos de gran sintonía,
de paisajes armoniosos,
que lubrifican el día,
con sus rayos luminosos,
que alumbran nuestro sendero,
hasta que llega la luna,
enrojeciendo el sendero
precioso, sin duda alguna.
Todo embellece el ambiente,
para dar luz a la noche
y esclarecer nuestra mente,
con amor, sin un reproche

Detestar.

¿Se puede amar, con fuerza o detestar,
en ambiente cercano, de intimidad?
Sugiero que se pueda, en realidad,
solo en un instante, nunca a la par.

Sentimientos contrarios en el azar
de nuestra propia vida, de ambigüedad.
Uno detrás de otro, casualidad,
que confunde la mente, en su albergar.

Cuando se ama, se entrega el corazón,
abierto, por sus merecimientos,
con una extraordinaria sensación.

Y, al detestarlos, en sus momentos,
se retira ese amor, esa pasión,
porque han denigrado los cimientos.

El rocío de la mañana.

Me levanto tranquila y sosegada,
gozado del rocío de la mañana,
despejada de nubes, tan lozana,
por sentirme, con timidez, mojada.

La luna, ardiente y sonrojada,
se  esconde, como si fuera humana,
para dar paso al sol, muy ufana,
por cederle su espacio, ilusionada.

En orden sucesorio, magistral,
presenciamos etapas enlazadas,
dignas de una sentencia arbitral.

Que abriga posiciones marginadas,
uniendo un modélico umbral,
en posiciones fijas y encajadas.

A mi nieto Nacho.

Ya se, querido nieto, que, a tu edad,
no puedes comprender ni discernir,
lo que fluye de mi, la realidad,
que no quiero, ni puedo, reprimir.
Cuando te hagas mayor, sabrás leer
estos versos, escritos para ti;
para entonces, ya sabrás comprender
lo que tu me inspiraste y sentí.
Te veo fuerte, muy bueno, cariñoso,
henchido de salud, inteligente,
entre todos, sin duda, el más hermoso
y ocupas gran espacio de mi mente.
Espero que estas nobles cualidades,
que hoy comienzan a anidarse en ti,
se conviertan, muy pronto, en realidades.
Solamente, al pensarlo, soy feliz.
Si pudiera trazar yo tu camino,
por el que tienes, luego, que pasar,
no dejaría, ni tan solo, un espino.
¡Te mereces un fácil transitar!

Valores naturales.

Estudiando mi andar y sus errores,
en el ambiente psíquico sumida,
solamente, me hallo entretenida
con la visión y el olor de las flores.

En la contemplación de sus colores,
que me alientan en la forma debida,
sin presumir de otra forma de vida.
Solo estas, no me causan dolores.

Persigo ahuyentar mi soledad,
en la contemplación de la belleza,
en el arte  y la música ambiental.

Los valores de la naturaleza,
los ensalzo en mi mundo virtual,
para suplir mi falta de entereza,

Camino con luces.

Cuando el alma se muere, ¿a donde va?
¿En las tinieblas, como puede vivir?
Eso es desertar, eso es morir,
ignorando el por qué  y en donde está.

La penumbra se acerca y no se va,
te sigue por doquier, sin insistir
el tic tac de la vida, eso es morir,
mas, el corazón sigue y seguirá.

Tu respiras y sigues el triste andar,
en un suelo anegado de desamor.
Tu consuelo, tan solo, será vagar.

Buscado, para siempre, un gran amor,
que te devuelva el alma, para encontrar
un camino, con luces, alrededor.

Las rosas.

Cada año, las deslumbrantes rosas,
con esmero y cariño las trataste,
ni el riego, ni su poda olvidaste
y, ahora, lucen radiantes, olorosas.

En todos sus colores, son hermosas,
hacen honor a como las amaste.
En el frío como las abrigaste
y, hoy, se muestran, por ello, esplendorosas.

Cada color con su significado.
Es la roja el emblema del amor
y la blanca, su pureza ha mostrado.

Así, una y otra, han conservado,
su bello colorido y su fulgor.
¡A mi, las rosas me han enamorado!

A mi amiga Conchita.

Conchita: eres muy gentil,
por demás, acogedora,
como tú, una entre mil.
Eres una gran señora.
Siempre, te he visto discreta,
de bien hacer, divertida,
en tus versiones, concreta,
sobre todo, decidida.
Eres dulce y abnegada,
eficaz, trabajadora,
buena madre, respetada
por tu hija, que te adora.
El sol, la luna y el mar,
te rodean, de madrugada,
para envolverte en la paz,
como a una ninfa, alada.

Tu, yo, la luna, el mar...

Aquella noche, me alegró la vida.
Unidos en un abrazo constante,
me olvidé de mis dudas, un instante
y en un amor inmenso fui sumida.

La luna, rojiza y encendida,
nos envolvió, con su brillo radiante,
etéreo, ancestral y fascinante,
dichosa por sentirme tan querida.

Tan subyugada estuve aquella noche,
que no podré olvidar lo que sentimos
en todos los momentos, un derroche.

Pocas veces, normalmente, vivimos
tantas horas en un cerrado broche,
que, por causas diversas, hoy abrimos.

Imperfecciones.

Si tuve lo que tuve,  no lo tengo.
De la mayoría de lecciones,
del ayer, solo me quedan visiones,
que, afortunadamente, mantengo.

En el vocabulario, me contengo,
pero en sumas, restas, divisiones
y un etcétera más, son confusiones.
Mi caminar es, solo, voy y vengo.

Esta oscura e inesperada doblez,
que ahora siento y antes no sentí,
se presenta con ardua rapidez.

Me molesta olvidar lo que aprendí,
con gran frecuencia, una y otra vez,
que mengüen, sin yo quererlo así.

Acompañada.

Si estás sola, no lo estás.
siempre tienes compañía,
porque, de la mano, vas
a encontrar un nuevo día,
que te alumbrará la mente.
El sol se acercará a ti
y el mar estará presente,
haciendo un nudo entre sí.
La luna y su resplandor,
con gracia, te envolverán.
Todo a nuestro alrededor,
nuestro amor encenderán
y, estando motivada,
a ese ambiente, añadirás
una vivencia, cerrada,
que, con agrado abrirás.
Disfruta con lo que tienes,
muchas cosas, a la par,
con buen humor, vas y vienes.
¡No puedes tener pesar!

Condiciones.

Sé reír, a mi entender
y, sabiamente llorar,
pero buscar y encontrar,
ese es otro padecer.
Me paso el día, buscando
lo que no supe guardar,
obviamente, en su lugar
y lo encuentro ¿pero cuando...?
A veces, en un momento,
otras, ayuda pidiendo,
pero, siempre, enfureciendo,
aunque lo busco y lo intento.
No es que sea un mal mayor,
pero si, desagradable
y desde luego, cansable,
aunque no sea lo peor.
Las cosas del sentimiento
respeto, amistad, amor...,
son algo muy superior,
en cuanto al descubrimiento.
Se entiende, si es negativo,
porque ensombrece la mente
y el corazón, de repente,
es reo de ese motivo.
Mi ambiente no desmerece.
Vivo en estado jocoso,
ni estridente, ni morboso.
Es lo que a mí me parece.
¿Y qué más puedo pedir?
Que siga como ahora estoy.
Lo importante es escribir
y, ahora, a rimar me voy.

Página de mi diario.

Mi estado anímico es sano,
altamente positivo,
de comportamiento ufano.
En este estado, yo vivo.
Entregada a la cultura,
amo la meditación,
el arte y la lectura,
con alegre sensación.
Si leo, abro la visión
a almenas desconocidas,
una agradable lección,
que se suma a las habidas.
Si pinto, tengo el placer
de buscar el colorido,
los pinceles escoger,
para buscar el sentido
que al cuadro le quiera dar,
ya elegidos de antemano,
me entretengo en pintar,
con mi quebradiza mano.
La poesía es mi ilusión.
Despacio surge la rima,
para enlazar mi versión,
que es lo que me place y prima.
Es difícil, por mi edad,
atrapar, pronto, a mi musa,
con harta espontaneidad.
Ella, de temas no abusa.
Sin embargo, algún día,
suelo rimar un soneto,
para mayor gloria mía
y su aprobación respeto.
No pretendáis perfección,
me falta vocabulario,
pero, con mucha ilusión,
dispararé mi temario.
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Pintado por mí.