lunes, 27 de abril de 2015

El rocío de la mañana.

Me levanto tranquila y sosegada,
gozado del rocío de la mañana,
despejada de nubes, tan lozana,
por sentirme, con timidez, mojada.

La luna, ardiente y sonrojada,
se  esconde, como si fuera humana,
para dar paso al sol, muy ufana,
por cederle su espacio, ilusionada.

En orden sucesorio, magistral,
presenciamos etapas enlazadas,
dignas de una sentencia arbitral.

Que abriga posiciones marginadas,
uniendo un modélico umbral,
en posiciones fijas y encajadas.

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