Ayer, quedé sorprendida
por una conducta extraña
de una asalariada
sin decisión y sin maña.
sustituía, con agrado,
a una fija cuidadora
con maestría en su estado,
cual si fuera una señora.
Mas, luego me sorprendió
verla rara, enajenada,
confundida y me intrigó
de una forma exagerada.
Intuí que había bebido
o que debía estar drogada,
con miedo, hice lo debido
y me sentí liberada.
Viví aquel día sin ayuda,
ejerciendo sus deberes
con una enorme duda
de temor por sus aferes.
Hoy, todo se ha acabado,
no fue droga, sino alcohol
el que la había trastornado
en cantidad exorbitante,
tantas que no adivino
con lo que tuvo bastante.
Esto viene a demostrarme
que los vicios y adiciones
pueden llegar al desarme
y obligan a confusiones.
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