queremos ser dictadores
una e incontables veces
de todos los oradores.
Este, me parece malo,
si lo es, o no lo fuera,
lo daríamos por claro,
en palabras, si pudiera.
Es una costumbre obscena,
indigna de un ser consciente,
rayando en traicionera,
despreciable, moralmente.
La observación nos engaña
y no dá derecho a ello,
porque así nos ensaña
y le ensuciamos su ego.
Es preciso el recato,
juzgar no nos pertenece,
por un simbólico dato,
obbiamos lo que mrece.
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