Piedra filosofal.

Si yo supiera encontrar
la piedra filosofal,
no tendría que demostrar
la infelicidad del mal.
Me encontraría satisfecha
en todas mis decisiones,
no habría lugar, ni fecha,
para mis evoluciones.
Sería la tranquilidad
contínua, que yo deseo,
devolvería la ansiedad,
para aumentar mi receo.
Siempre soy tan pedigüeña,
que yo mismo me retraigo,
entonces, seria la dueña
y me diría: ¡cuanto valgo!!!
Porque las imperfecciones
ya no serían mis desvelos,
al conrario, bendiciones,
que abrigarían mis consuelos.
Siempre, habrá un rayo de luz
que ilumine mis sentidos
y, también, habrá una Cruz,
a la que estamos debidos.