Araceli, estas en mí
como familia, no amiga,
desde el día que te vi,
fuiste mi niña querida.
Tienes un algo especial,
que se quedó, en mí, grabado,
como un halo natural,
que lo tengo asimilado.
Me alegro cuando te veo,
porque inhalas confianza,
como si fuera un recreo
para agilizar mi andanza.
Gracias, por tenerte ahí
cada día, por la mañana,
un consuelo para mí,
que en mi corazón emana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario