Se marchó aquel pajarillo
que rondaba mi ventana,
de color gris y amarillo,
piando por la mañana.
Era un piar inaudito,
precioso, sentimental
diría yo, hasta exquisito,
con mezcla de angelical.
Ha destruido mi encanto,
lo que yo mas esperaba,
ese volar, ese canto
que siempre me despertaba.
Puede que, algún día, volviera
a devolver mi ilusión
de ese piar que envolviera
mi extremado corazón.
Lo efímero, es verdad,
lo mismo que lo arraigado,
síntoma de actualidad,
que, aún, no está despejado.
La espera, es un placer
que tenemos acendrado,
esperemos que otra vez,
esté mejor afincado.
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