La vanidad me entristece
y el cotidiano alardeo
de que a muchos adolece,
parecido a un cotilleo.
La gente no se valora
por lo mucho atesorado,
que, regularmente, adora
y lo tiene colocado,
en bolsa, muy bien guardado,
no se acuerdan que en su vida,
el donar está olvidado
por otra mala partida.
No todos somos iguales,
por desgracia, es así,
los hay buenos y cabales,
otros, piensan solo en sí.
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