domingo, 8 de mayo de 2016

Otro sueño.

Soñé, que subía al cielo,
por una angosta escalera,
enmarañada, en un velo,
distinto a otro cualquiera.
De diferentes colores,
sutiles, bien combinados,
que expandía olor a flores,
sumamente, perfumados.
Resistí lluvia y viento,
al relámpago y al trueno,
abundantes, como ciento,
hasta que el tiempo, sereno,
hizo su aparición.
Me desenfundé del velo
y, con desesperación,
y, con mi profundo celo,
llamé, ansiosa, al portero
y San Pedro, apareció
y, con acento certero,
preguntó quien era yo.
Le di mis datos, temblando,
que, en su agenda, cotejó,
y, después de un rato, hablando,
con calma, me aconsejó:
que no me precipitara,
que ya llegaría el momento,
de decirme que pasara,
y me despidió, atento
Me retiré, acongojada,
pero, entendí su lección,
y, sin pesar, resignada,
esperaré otra ocasión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario