Cuando se crea una ilusión,
la asimila el subconsciente,
como misión preferente,
con fuerza y emoción.
Si fuese sentimental,
de otros dependería
y se necesitaría,
un capítulo esencial.
Como simbiosis, tal vez,
que no es tan fácil de hallar,
porque impera el verbo amar,
y no admite una doblez.
En cambio, si es visional,
y el entusiasmo potente,
estrujaremos la mente,
aunque sea algo banal,
para, al final, conseguir,
aquella prenda, preciosa,
u objeto, o cualquier cosa,
que nos devora el sentir.
Se repiten ilusiones,
sin cesar, constantemente,
y esa ambición, frecuente,
suele generar tensiones,
hasta conseguir lo ansiado,
pero, es bonito soñar,
para, después, disfrutar,
ante el trofeo deseado.
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