Cuando nuestro cuerpo, clama.
por resolver un percance,
o deshacer un entuerto,
nuestro corazón , reclama,
a alguien que esté al alcance.
Este alguien, ya lo hallé,
con, cierta, facilidad,
y reparó mi trastorno,
como quise y deseé,
con, enorme, habilidad.
Hoy, me siento entrecortada,
sobre todo, agradecida,
a la ayuda, tan cortés,
con la que fui amparada,
espontanea y decidida.
Son gajes de la existencia,
que, comunmente, se aceptan,
aún, estando encubiertos
con humor y con paciencia,
y que, en realidad, afectan.
Querría acallar mi pesar,
pero, mi pluma, no quiere,
y, con pasión, se rebela.
yo, lo tengo que aceptar,
pues, mi mente, lo sugiere.
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