Me quejo y no sé por qué,
porque mi vida es normal,
en mi estatus, y lo sé
y mi ambiente, magistral.
¿Qué quiero, qué necesito,
si tengo lo que debiera?,
aunque, ahora, no lo cito.
Solo, que me siento fuera,
de ínfimas facultades,
de fuerza e inteligencia,
que redundan en edades,
como la mía, en conciencia.
De infinidad de vivencias,
en lustros acomodadas,
que, por ciertas divergencias,
estaban muy separadas.
Quizás, me duela perder,
la memoria y fortaleza,
de un, muy lejano, ayer,
de otra naturaleza.
La que los años se llevan,
con pausa y sin remisión,
y, lógicamente, quedan,
la duda y disposición.
Soy ingrata, en conclusión,
porque no tengo derecho,
ni a ofender mi razón,
ni siquiera, por despecho.
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