Al abrigo de lo incierto,
te mueves con desespero
para volver a otro puerto,
que fuese menos austero.
Quiero seguir impasible,
hundida en mi experiencia,
que aunque sea poca, es sensible
para cambiar de estrategia,
francamente, me induce
hacia la serenidad,
que, en mí, sería un cruce
de ansia e impunidad.
Me cuesta asimilar
tantos trances, a la vez,
ni siquiera igualar
esta trágica doblez.
Para mí, no espero nada,
¿Qué mas puedo desear
que seguir esta andanada
hasta que deba acabar?
Pero, no obstante me irritan
estas malas circunstancias,
que, por desgracia, palpitan,
con todas sus arrogancias.
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