Entre peñas, guarnecida,
soporté marea y viento,
sin ánimo, deprimida,
asustada, sin aliento.
Mojada, clamaba al cielo,
ayuda y protección,
y, con ello, hallé consuelo,
y adopte la decisión,
de alejarme de la mar.
A pasos agigantados,
para dejar de temblar.
Fue un momento desigual,
con el que gane al coloso.
¡Un esfuerzo magistral,
por su trato amoroso!
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