Soy prisionera de mi juventud.
Tengo, en la memoria, mi primer amor,
aquel sentimiento, de alegría y candor,
que me atraía, por su magnitud.
Tan estrepitoso, como un alud,
que me envolvía, a su alrededor,
entre emociones de luz y color,
desde la distancia de su altitud.
Era, sin dudar, mi filosofía,
abierta al amor y a su buen talante,
entre la efusión de mi ideología.
A mi parecer, todo era brillante,
alegre y sincero, en su fantasía,
¡Que sublimidad, tan apasionante!
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