Una bruja había una vez,
que se llamaba Calixta,
tan negra como la pez,
pero de embrujos muy lista.
También una princesita,
hija de un rey poderoso,
encantadora, bonita
y de carácter jocoso.
No cesaría Calixta
hasta poder engañar
con su mentira prevista,
el conjuro de embrujar.
Y así fue, llegó el momento
de introducirla en el lago,
con su prepotente intento,
de que la encontrase un mago
de inmensurable talento,
que adivinara el entuerto
deprisa, en el momento,
con su impecable acierto.
y ese mago y prncipito,
con esfuerzo la salvó,
no solo por erudito,
su aspecto lo embelesó.
"Y colorín colorado,
este cuento se ha acabado"
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