Supe lo que ya sabía:
tantas cosas, en concreto
que alegró la vida mía
y me produjo respeto.
Que, de niña, me movía
con gran responsabilidad
y, también, me revestía
de enorme hilaridad.
Dispuesta, como ninguna,
en mis juegos infantiles,
idealizaba la luna
con apodos reversibles.
La primera de la clase,
por consiguiente, admirada
por las demás de mi base,
sin, por mí, regodeada..
En mi pueblo, fué hermoso
cuanto me rodeaba,
siempre con humor gozoso
y en mi hogar, adorada.
Otro día, os contaré
pasajes muy diferentes,
que, aún viviendo, los soñé,
¡desgraciadamente, hirientes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario