Si la vida me retiene,
quizás por algo será,
mi espíritu se contiene,
hay un Dios que lo dirá.
Que me da resignación,
un buen vivir, que adoro
y una buena comprensión,
para juzgar lo que añoro.
Vivo, viviendo en mí,
la soledad me conmina
a acostumbrarme así,
que es lo que me domina.
Tengo que arreglarme sola
la mayor parte del día,
es como una aureola
que, en ocasiones, me guía
hacia el mundo exterior
y recojo la alegría
guardada en mi interior,
para entregarla a porfía.
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