Un día al año, de encuentro,
fue ayer, el mejor del mundo,
quizás que desde antaño,
no hubo otro tan profundo.
Fui a ver a mis bisnietos
que están en Playa de Aro,
tal vez, un poquito inquietos,
si con otro lo equiparo.
Esperando mis regalos,
que los tenia que enseñar
acoplados a su edad,
por sus deseos de jugar.
Con sus besos y achuchones,
que cada cual me ofrecía
y sus tiernos besucones
me hicieron feliz el día.
Difícil de conjugar
nuestros encuentros diarios,
viven lejos, a juzgar
y deben ser arbitrarios.
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