El lúcido amanecer,
estremece mis sentidos
y apunta a permanecer,
en los albores debidos.
Espero el atardecer,
con su tono encendido,
que me dejará entrever,
su diverso colorido.
Esas brumas y esas sombras,
enervan mi subconsciente,
cual vuelo de las alondras,
tan fugaz y divergente.
Y la noche, mas sombría,
la luna la esclarece,
dando paso al nuevo día,
que, radiante, amanece.
Hay que saber admirar
este ciclo, en el ambiente,
que se repite, al azar,
día a día, constantemente.
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