martes, 6 de octubre de 2015

Ocaso.

Hoy, es noche, en el ocaso de mi vida.
Mi andadura, fue muy larga y penosa.
A veces, me encontraba tan perdida
que, llorando, mi visión se hacía borrosa.
Ignoraba si vivía  o si moría.
Tuve etapas tan negras y tan frías,
que oscurecían la estancia en que vivía,
un día y otro día, todos los días.
Sola, desesperada, sin consuelo,
me inhibía en la inmensa soledad,
solo, secando el llanto mi pañuelo,
podía recobrar la serenidad.
Procuraba olvidar mi pesadumbre,
contemplando los reflejos de la luna,
e hice cotidiana esa costumbre,
que me consolaba como ninguna.
Algún oasis hay a considerar,
en el transcurso de tanta desventura,
oasis que no debo de olvidar,
ya que inundó mi pecho de dulzura.
Supe, que se puede ser dichosa,
que hay una gran escala de valores,
que nos motiva y es, siempre, poderosa,
sean cuales sean sus grados y colores.
Y, esos colores, son oscilantes,
pendientes del influjo de tu hado,
de tus penas, que pueden ser constantes,
o de las alegrías, que te han marcado.

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