La afrenta,se manifiesta,
sin querer, en el semblante.
Es intrínsica esa gesta.
y,quizás, poco elegante.
Pero, el corazón se niega,
admitir explicaciones
y, la mente, se nos ciega;
te priman las emociones.
Hasta que llega el momento,
de lanzarse a meditar
y olvidar ese lamento,
para intentar perdonar.
La lucha, entre sentimientos ,
es nociva para el alma,
busca paz y entendimiento,
para enriquecer el alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario