Despiertos también soñamos,
en vergeles y en cuentos
y a ellos nos agarramos,
con esperanza, contentos.
Esperamos convertirnos
en flagrantes visionarios
de belleza y erigirnos,
del placer, hereditarios.
Como "La bella durmiente",
que esperaba ilusionada
a su príncipe, paciente,
para vivir "regalada"
Así, querríamos vivir,
con el príncipe soñado,
por lo menos, conseguir
el día a día, añorado.
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