Cuando el amor se convierte en ceniza,
volará con la ayuda del viento,
lo mismo que nuestro propio aliento,
que envuelto en el olvido se eterniza.
Como esta situación se exterioriza,
perdemos la emoción, hasta el talento
y nuestro corazón late mas lento,
de forma lapidaria y enfermiza.
¡Que pena que lo que empieza acabe,
sin saber el por qué, el cómo y cuando!.
Lo que si averiguamos es que es grave.
Que se pierde lo que llevamos dando,
que en el alma, ese placer no cabe
y, con la lumbre, lo hemos ido quemando.
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