El viento me rumorea
tus palabras cariñosas,
incluso se alardea
de nuestras vivencias locas,
que mantuvimos unidos
silenciando nuestro amor,
muchas veces escondidos,
por nuestro infantil rubor.
Solo tú y yo disfruamos
de nuestras intimidades,
los dos reimos, lloramos,
en nuestras cortas edades.
Delirio de juventud,
muy intenso, pero puro
por su inmensa magnitud,
aunque a veces, también duro.
Me gusta rememorar
las delicias del pasado,
que me ayudan a alegrar
lo que siempre fue sagrado.
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