Aquella noche cerrada,
oscura y desolada,
con el mar embravecido
enloqueciendo su ruido,
me hicieron estremecer
de miedo, al parecer.
Me acurruqué escondida
y me arropé enseguida,
escuchando el oleaje,
que destrozaba el paisaje,
con olas majstuosas
para la playa escabrosas.
No dormí en toda la noche,
esperando un mejor broche,
para empezar la mañana
y así fue, fresca y lozana.
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