Cada día, mi pensamiento
cambia algo de postura,
puede ser que en un momento
enmendara mi cordura.
También cambio de ilusiones,
si el corazón me lo pide
en contadas ocasiones,
si en un festejo coincide.
Como es el cumpleaños
de mi hijo, el primero,
con setenta y un años:
dulce, educado, sincero.
Como lo besé de niño,
en su madurez lo haré
y a ese honor, me ciño,
lo mismo hoy como ayer.
Gracias por ilusionarme,
con la fuerza de una madre
y gracias po encontrarme
con un corazón tan grande.
Que seas feliz, hijo mío,
como yo lo estoy siendo,
con el ardor y ese brío,
que será enorme, presiento.
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