martes, 30 de octubre de 2018

Mi amiguita.

Un día me abordaste
pidiendo una limosnita,
tan dulce que me robaste,
con tu carita bonita.
A tu niñez y a tu encanto
dieron paso a nuestra unión,
de vernos de vez en cuando,
sin ninguna condición.
Ella viene con cariño,
sin ganas de molestarme,
con la inocencia de un niño,
que solo quiere besarme.
Admiro su inteligencia
y su gracia candorosa,
con su risueña presencia
la comparo con la rosa.
Me place hablar con ella,
como si fuera mayor,
tiene aires de doncella,
de linaje superior.
Hemos formado un entente
de cariño y de entrega,
aunque, en verdad, soy consciente
de su amparo, no estoy ciega.
Que también se lo voy dando,
cuando corriendo me alcanza,
solo es de tanto en tanto
que se acerca en confianza.
Sea como sea, yo me alegro
de entregar felicidad,
que es retrógrada y me integro
a esta agradable amistad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario