Comprendo la indecisión
al amanecer, que el cielo
da paso a la incomprensión
de si mojará o no el suelo.
Si llueve, como si no,
me mantengo ilusionada,
la lluvia la aprecio yo
porque es muy esperada.
Para los campos desiertos,
para asear las ciudades,
aunque, a veces, son inciertos
los excesivos caudales.
Un regalo de la vida
que, entre tantos, nos ofrece
va a ser muy bien venida
cuando de ella se carece.
Yo andaré el mismo camino,
aunque con paraguas sea,
será un placer anodino,
que mi decisión lo crea.
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