Cuando el sol, en mi ventana,
abre mis ojos dormidos,
me levanto de la cama,
sin titubeos permitidos.
para que su luz me alumbre,
con sus pálidos reflejos,
simplemente una costumbre
para iniciar mis manejos.
Será la naturaleza
la que ambientará la estancia
y aportará su belleza,
con exquisita fragancia.
Sus complejos los admiro,
cual dádiva natural
y por su luz yo suspiro,
como magia ancestral.
Ciclo muy importante,
que casi no valoramos,
siendo tan inmensurable
que ni las gracias le damos.
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