Volveré, de nuevo, a deleitarme
del embrujo de los almendros en flor,
lo que era su fragancia y su color,
después de tantos años recordarme.
Será un lujo poder embriagarme
de ese ambiente cargado de olor,
que es de la naturaleza amor
y volverá, de nuevo, a entusiasmarme.
Me enervo con este pensamiento,
aunque fuera en tiempo limitado,
no olvidaré jamás este momento.
Que me dió un placer exorbitado,
inverso a la lucha y al lamento.
¡Mi corazón está encandilado!
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