En el trabajo, te luces
por tu enorme maestría
y en el trato, seduces
por tu grata simpatía.
Te mueves con elegancia
por tu aspecto halagüeño,
porque te sobra prestancia
y tu vivir es risueño.
Me gusta que tú me atiendas,
porque sabes lo que haces,
sin reparos, sin enmiendas;
mis esperas son fugaces.
Te considero una amiga,
difícil de encontrar,
porque tu semblante abriga
deseos de congeniar.
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