Hoy, un día muy lluvioso,
en la calle me ha cogido,
ha sido tan bochornoso
que encima me ha llovido.
La imprevisión fué el motivo
y también lo fué el deber,
así he vivido al abrigo
de un taxi, a mi entender.
Lo estuve buscando un rato
con la lluvia a mis espaldas,
que, por desencanto, acato
que me mojara las faldas.
Llegué, al fín, a mi detino
y, mas tarde, a mi hogar,
siempre sin placer alguno
y con ansias de llorar.
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