Al atravesar el muro
de una preciosa mansión,
lo primero que auguro
es que es de posición.
De niña, también yo,
visité a mi bisabuela,
que poseía otro don
de una prestigiosa escuela.
Ahora, estoy recordando
su holgada condición
y, quizás, me estoy dando
un orgullo, a colación.
El ayer y el hoy, no cuentan
ni en estirpe, ni en dinero,
solamente nos presentan
lo que es uno, sobre cero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario