Recuerdo aquella noche,
mi hermana y yo, sudorosas,
nos amparara un coche
con personas generosas.
Por la lluvia, muy mojadas,
llenas de tierra y de barro,
nos sentimos amparadas
por un suntuoso carro.
Como llovía "a mares",
nos llevaron hasta casa,
a nuestros benditos lares,
(una heroicidad, sin tasa).
Generó días de asueto,
de una amistad envidiable.
Esa valentía fué objeto
de una unión admirable.
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