Hasta en la lluvia, hay arte,
se origina una belleza,
por una y por otra parte,
que, a todos, nos embelesa.
Es un ciclo ambiental
que riega plantas y tierra,
con un sonido especial,
que hasta el oído enerva.
Cambia todo, hasta el ambiente,
su susurro entre las flores
parece tan pertinente,
que suaviza los olores.
Es una magia constante
que entretiene la visión,
mirando hacia adelante,
una pura distracción.
Es más, un pronunciamiento
de un Ser, muy superior,
que dicta este mandamiento
para hacernos un favor.
Se subyuga este momento
por su belleza, su honor,
en verdad, es un contento,
que solo lo rige... Dios.
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