El amor se desintegra
igual que se había integrado,
como la aguja se enhebra
para coser un bordado
y después, se deshenebra;
todo empieza y todo acaba,
según nos dicta la regla,
lo peor es que se graba
y el corazón lo detecta,
en aras de desengaño,
porque, también, a él le afecta
hasta guardarlo en su antaño,
que ha sido enorme, bastante
y la memoria lo esconde
y se saca en el instante
que se le llama y responde.
Lo importante, se olvida,
sea alegre, o desengaño,
lo que ha afectado a la vida,
estará en primer escaño.
Siempre resucitará
en el momento adecuado
y allí, inerte, estará,
perfectamente escudado.
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