entre luces y sombras, escondida,
recuerda, con orgullo, aquella vida,
en aquel palacete, en la dehesa.
Como todo es efímero, confiesa,
la opulencia, también, fue reducida,
a un término mediano, de medida,
donde se siente bien, según profesa.
El cambio, no fue brusco, paulatino,
mas, si, desagradable, doloroso,
en el nuevo vivir, en su destino.
Hoy, quizás, su avanzar sea jocoso,
a pesar de venir de donde vino,
aceptando su estado, laborioso.
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