Pensando en mi propio ego, me dormí.
En sueños, fui desgranando mi verdad,
en el transcurso del tiempo que viví,
por el rango, adquirido a mi edad.
Aprendí a inclinar mis sentimientos,
hacia ese bien, que aflora en nuestra mente,
por nuestros propios conocimientos,
que se han acumulado, hasta el presente.
Lo hostil, lo traduje en bonanza;
la luz de mis ojos, en belleza;
el desasosiego, en esperanza,
y la ambigüedad, en entereza.
Tantas cosas cambió mi subconsciente,
que me sentí, hartamente alagada,
pero, al despertarme, fui consciente,
de que fue, una teoría, amañada.
Mas, es bueno, creer que nuestro pecho,
goza de un, exquisito, privilegio,
para erigir, por su propio derecho,
lo que siempre anheló, un sortilegio.
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