Veo los viñedos, los prados,
los montes, los eriales,
infinidad de sembrados,
enormes, fenomenales.
Ya, que viajando en el AVE,
su ritmo es acelerado,
y, como muy bien se sabe,
el paisaje es variado:
mucha tierra y mucho cielo,
que entretienen los sentidos,
pregonizando el anhelo,
de recordar los vividos.
Un viaje, programado,
lleno de paz y alegría,
con entusiasmo, aceptado,
para mayor gloria mía.
Con multitud de ilusiones,
que creía, ya, vedadas,
mas, no, son compensaciones,
a las otras, ya acabadas
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