Me duele el alma, a través,
de niños desprotegidos,
enclenques, entristecidos,
que, en las pantallas, los ves.
Remuerde nuestra conciencia,
contemplando el mal, ajeno,
que introduce, hasta, veneno,
y terror, de intransigencia.
Solo, los cobija el cielo,
bajo su manto, divino,
para erradicar su sino,
hasta emprender el vuelo.
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