El ánimo se vulnera
con la alegría y la tristeza,
por lo que se prolifera,
incluso hasta la belleza.
Somos lo que parecemos
aunque eso sea incierto,
es lo primero que vemos
con este sentido abierto.
La cara se ilumina
cuando hay paz y alegría,
que es lo que se origina
si el placer no se desvía.
Lo que manda el sentimiento
se visualiza enseguida
tanto si es pena o contento,
según nos mande la vida.
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