Educación.

De pequeños, hay lecciones
que no se olvidan jamás
las practicas donde vas
y educan tus decisiones.
Tu formación es precisa
en cuanto a los sentimientos,
a la risa, a los lamentos,
si es acertada y concisa.
Son las reglas del amor,
correctas aunque ambiciosas,
las mas sanas y gloriosas
que refrescaran tu olor.
Si aceptamos sus premisas,
te verás comprometida
con la verdad conseguida,
odiando las indecisas.
La cultura es diferente,
te ayudará a analizar
las tinieblas y el azar,
pero no tu subconsciente.

Paz.

Somos del amor, testigos
de la propia convivencia,
que se reduce en amigos,
con toda su consecuencia.
Aparte, hay que seguir
un tratamiento especial
para otro ser y vivir
en trato confidencial.
Respetando al otro yo
como si fueras tú mismo,
sin pronunciar algún no,
con engaño o incivismo
Es un sentimiento tal,
de entrega día tras día,
sin esfuerzo emocional,
para encontrar armonía
y constante la ilusión
hacia la persona amada,
que da paso a la pasión
suavemente controlada.
Formando un paraíso,
digno del amor sembrado,
que será tu compromiso,
en un hogar respetado.

Herencia.

Si tuviera la que tuve
me sentiría más dichosa.
Hice todo lo que pude
para sentirme orgullosa.
He guardado un manantial
de dicha y de alegría;
un prolifero ritual
de arte y de melodía,
para mis seres queridos
que valoran mi pasado
y, sobre todo, prefieren
hacerse con lo guardado.

Cordura.

Mañana será otro día
y quizás resolveremos
el problema que debía:
triunfar, como merecemos.
Si pudiera retratar
mi alma en estos momentos,
no sería un problema hallar
mis ocultos sentimientos.
Sería admirable encontrar
esa paz que expande el alma,
para obrar y transitar,
con decoro en la calma.
Pero, la vida no es esa,
nos aporta movimiento
alterno, que nunca cesa,
con disgusto o contento.
Hay criterios predispuestos
en uno u otro sentido,
pero no estamos dispuestos
a acepar lo indebido.
Y en el aire, hay una lucha
que no se ve y se presiente,
como si fuera una ducha
muy helada, o caliente.
Hay momentos divergentes
y otras veces igualados,
pero siempre intransigentes,
para no ser aceptados.
Es en tales circunstancias,
cuando la verdad no exisite,
siguen las extravagancias
y así la duda persiste.
¿Hasta cuando, pienso yo,
durara esa aventura?
No consigo un si ni un no,
pero espero la cordura.

Incertidumbre.

Siento seguir caminando
por terreno cienagoso
y siento seguir penando
por la duda y el acoso.
Nada cambia en el ambiente,
solo la inseguridad
nos perjudica la mente,
por agravio y vanidad.
Nos agobia el extremismo,
la falta de identidad,
el ego y el fanatismo
y el oprobio a la verdad.
La legalidad no vale,
tan solo la incertidumbre,
hasta que se halle la llave
para organizar la cumbre.
Espero, que de inmediato
puedan darle solución
a este absurdo arrebato,
digno de una rebelión.

Egolatría..

La experiencia me fascina
en tono espiritual,
me absorbe y alucina
de forma espectacular.
Aunque el mucho siempre es poco,
he de aprender mucho más,
especialmente en el foco
del amor a los demás.
Hay extensa egolatría,
en un todo deplorable,
igual que en idolatría
en  consigna inaceptable.
Se agradece nivelar
los conceptos que no rigen,
para después meditar
y acoplarlos a su origen.
Hay mentes despreocupadas,
que no saben cotejar
las dosis reglamentarias,
para después valorar.
Las dudas son perniciosas
y hay, con paciencia, evitarlas,
pero pueden ser gloriosas
si se consigue aclararlas.
Somos del alma testigos
de la propia realidad
y, por consiguiente, amigos
del clamor a la verdad.

La palabra.

El ictus condicionó
mi manera de actuar.
Soy otra, ya no soy yo,
me contengo en el hablar.
Fui hábil en el lenguaje
y correcta en la expresión.
Ahora torpe en el encaje
para encontrar mi dicción.
Lo que el cerebro me dicta,
me lo impide la palabra,
que conmigo no es adicta,
no consigo que se abra.
Pienso bien y no lo digo;
esta es mi preocupación,
ni queriendo lo consigo
y aumenta mi ofuscación.
Tengo suerte en la razón,
que aún no la he perdido.
Ella es mi salvación
y por eso, la  bendigo..

Rico-Pobre.

El umbral de la pobreza
no es mi tema preferido,
en contra de la grandeza
que siempre se ha percibido.
No abomino en consecuencia,
el terreno priorativo,
pero si el de la conciencia
que presiona al negativo.
Ni existe ecuanimidad
entre ambas posiciones,
solamente la igualdad
dará paso a las cuestiones.
Quiero opinar y no puedo
intervenir presionando;
esta labor la concedo
a los que están gestionando
el enclave de este enredo.

Nefasto.

Muchas veces, se ha de oír
alguna frase nefasta
y otras veces, repetir:
"No quiero escucharla... basta"
Es imposible acallarla,
porque está muy arraigada
y sin querer aceptarla,
tú la has de dar por borrada.
No escucharla es lo mejor
y que nos parezca cuento,
hay un por qué superior
y es: que se lo lleve el viento.

Sintonía del alma.

El cielo se oscurece con la pena
y se aclara si reina la alegría;
todo depende de la sintonía
del alma, que lo aplaude o lo condena.

Es nuestro propio yo, es nuestra vena,
la que dirige toda la armonía
y cualquier parecer, según qué día,
pudiera complicar la vida ajena.

El que valora, es el sentimiento
y el estado de ánimo también,
por causas que motivan el momento.

O el extremo de fuerza o del desdén,
hasta el influjo del amor o el viento.
Muchas causas abiertas, ¿para quién?

Niña pobre.

El otro día tropecé
con una niña, perdida;
con astucia, la miré
y me sentí compungida.
Por su estado deprimente,
de cuidado y limpieza,
le di vueltas a mi mente,
para paliar su tristeza.
La acaricié tiernamente
y le ofrecí mi sustento,
modelando su ambiente
y conseguí su contento.
Aclaré su ascendencia
y con pena la entregué.
Desde entonces, mi conciencia
la apoya cuando la ve.

Mi bandera.

El amor es mi bandera:
una esperanza certera,
que distingue al subconsciente
y enarbolara al presente.
Mi símbolo preferido
y, en consecuencia, querido
en mi sensibilidad
y en mi ecuanimidad.
Es el bastión de mi honor
y el embrujo de una flor,
que tiene un significado
sutil y desenfadado,
pero crítico y sensible
por su don indiscutible.
Un sinfín de adjetivos,
todos ellos positivos,
que embellecen mi cordura,
con reflejos de ventura.

En duda.

Estoy en la incertidumbre,
cual los nervios en la guerra,
parece que el sol no alumbra,
que se oscurece en la tierra.
Se debe a la circunstancia
del saber o el de ignorar;
la duda en su relevancia
me excita, en vez de llorar.
Quiero saber y no puedo,
por la ignorancia absoluta,
es como un bulo en el ruedo,
que impide que se discuta.
Símbolo de rebeldía
o, tal vez, de fanatismo.
Espero que llegue el día
que se aclare el silogismo.

Juez moral.

Tantas horas en silencio,
me mueven a meditar
como un raro privilegio
que me obliga a analizar.
Demasiado en conciencia,
por mi espíritu sensible,
que arrebata mi paciencia,
de manera incomprensible.
Entro en una oscuridad
que empuja mis sentimientos
a una negatividad,
de etéreos remordimientos.
Peco en rigurosidad
de actos y complementos,
que derivan en piedad
de algunos comportamientos,
realizados torpemente,
que debía haber evitado.
Soy un juez muy exigente
con mi misma, exagerado.

Aliciente.

"Caso suelto", en nuestra vida,
será siempre un aliciente
para una luz encendida
que iluminará la frente
Hay algo sensacional,
que siempre estará presente,
de forma particular,
con mucha fuerza en la mente.
No hace falta recordarlo,
pues, "a priori", estará
dispuesto a aceptarlo,
porque viene y no se va.
¿Será un halo singular,
que nos sigue en el camino,
de forma excepcional,
que motiva nuestro sino?

"Supervieja"

Según la amonestación
que un periódico emitió,
pertenezco a la versión
"Supervieja" y me ensalzó.
El más alto privilegio
que en mi mente se produjo,
quizás el mayor obsequio,
un tratamiento de lujo.
De la grata minoría,
el mayor de los piropos
que se recibe hoy en día,
repartido entre muy pocos
y el mejor significado,
el más bello de mi vida,
que se debe a haber llegado
a esta edad inconcebida.

Pérgola.

En una pérgola estoy,
convertida en un vergel,
donde mas a gusto voy.
Es un hermoso pastel
de toda clase de flores:
de claveles, de jazmines
y de rosas de colores,
cual hermosos querubines.
Como si el cielo ello fuera,
en medio de los hechizos,
que sin mirarlos, los viera,
entre enjambres movedizos.
Parecidos a una alfombra
de colores superpuestos,
irreales, como en sombra
divinamente dispuestos.
Fui feliz como ninguna
hasta el anochecer,
para contemplar la luna
como el broche de mi haber.

Miedo.

Deseo vivir en contacto
con mi mundo interior,
sin renunciar a algún pacto
que fuese mucho mejor.
En cualquier otro sentido
de táctica enriquecida,
para englobar lo adquirido
al extracto de mi vida.
Aunque comprendo que ya,
no admito conocimientos;
de lo que supe, algo está
para según que momentos.
Mi dinámica es seguir
conservando lo que puedo
y, simplemente, vivir
eliminando mi miedo
a seguir perdiendo más
de lo que tuve aprendido,
y esperando que jamás
se merme lo dividido.

Extremaunción.

Al terminar nuestra guerra,
viví tres meses muriendo,
peor que bajo la tierra
y el corazón resistiendo.
En constante desvarío,
mi vida fue suspendida,
con tremendo escalofrío
y mi alma dividida.
Entre la vida y la muerte
viví sin vivir en mí.
Me extremaunciaron, con suerte
y por eso estoy aquí.
Muchas veces, he pensado
que, al conservar tanta vida,
el Más Allá me ha premiado
con esta larga partida.

Amabilidad.

Siempre he sido distinguida
dentro del amplio "monton"
y siempre bien acogida
en el mismo escalafón.
En un ambiente tranquilo,
entre la fe y el amor
y algunas veces oscilo
si en otro mucho mejor.
No fui desapercibida
y eso me hizo resaltar,
entre la gente elegida,
en mi condición normal.
No me he supervalorado
porque no existe un por qué,
aunque siempre me hayan dado
un te quiero, en donde esté.

Reposo.

Hoy, respondo a mi anterior
y elimino mi tristeza,
para mi estado, es mejor
mantenerme en la nobleza.
Avanzo con entusiasmo
para aumentar mi sosiego,
fuera el estrés y el sarcasmo
y a esta situación me entrego.
Hay que saber orillar
lo que nos nubla la mente
y procurar olvidar
lo que nos niega el presene.
No es fácil retroceder
en terreno cienagoso,
pero sí hay que imponer,
por lo menos, el reposo.

Pena.

Al amanecer el día,
las cosas habían cambiado,
no era lo que yo quería,
mi sueño se había truncado.
Todo a mi alrededor
era humo pervertido,
despreciable, sin valor,
en el aire suspendido.
Mi ilusión se había frustrado
en amarga circunstancia.
Lo bueno, había acabado
y lo malo, en abundancia.
Esperaba inteligencia
y no odio ni venganza.
¡Qué pena, qué diferencia
y qué mínima esperanza!
.

Amor...

¿Sabemos lo que es amor?
Creo que hay quien no lo sabe,
pues muchos caen en error
y en su conciencia no cabe.
Creen que es admiración,
un deseo simplemente
o una agradable atracción,
derivada de la mente.
Pero no, es sensitivo,
sutil y extraordinario,
de carácter positivo
y espíritu autoritario.
Es un cariño extremado,
que te mueve a entregar
la vida, por el amado.
Es, con el alma, adorar.