Al amanecer el día,
las cosas habían cambiado,
no era lo que yo quería,
mi sueño se había truncado.
Todo a mi alrededor
era humo pervertido,
despreciable, sin valor,
en el aire suspendido.
Mi ilusión se había frustrado
en amarga circunstancia.
Lo bueno, había acabado
y lo malo, en abundancia.
Esperaba inteligencia
y no odio ni venganza.
¡Qué pena, qué diferencia
y qué mínima esperanza!
.
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