El ictus condicionó
mi manera de actuar.
Soy otra, ya no soy yo,
me contengo en el hablar.
Fui hábil en el lenguaje
y correcta en la expresión.
Ahora torpe en el encaje
para encontrar mi dicción.
Lo que el cerebro me dicta,
me lo impide la palabra,
que conmigo no es adicta,
no consigo que se abra.
Pienso bien y no lo digo;
esta es mi preocupación,
ni queriendo lo consigo
y aumenta mi ofuscación.
Tengo suerte en la razón,
que aún no la he perdido.
Ella es mi salvación
y por eso, la bendigo..
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