Al terminar nuestra guerra,
viví tres meses muriendo,
peor que bajo la tierra
y el corazón resistiendo.
En constante desvarío,
mi vida fue suspendida,
con tremendo escalofrío
y mi alma dividida.
Entre la vida y la muerte
viví sin vivir en mí.
Me extremaunciaron, con suerte
y por eso estoy aquí.
Muchas veces, he pensado
que, al conservar tanta vida,
el Más Allá me ha premiado
con esta larga partida.
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