La experiencia me fascina
en tono espiritual,
me absorbe y alucina
de forma espectacular.
Aunque el mucho siempre es poco,
he de aprender mucho más,
especialmente en el foco
del amor a los demás.
Hay extensa egolatría,
en un todo deplorable,
igual que en idolatría
en consigna inaceptable.
Se agradece nivelar
los conceptos que no rigen,
para después meditar
y acoplarlos a su origen.
Hay mentes despreocupadas,
que no saben cotejar
las dosis reglamentarias,
para después valorar.
Las dudas son perniciosas
y hay, con paciencia, evitarlas,
pero pueden ser gloriosas
si se consigue aclararlas.
Somos del alma testigos
de la propia realidad
y, por consiguiente, amigos
del clamor a la verdad.
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